Había una vez una ovejita llamada Lali, era una ovejita muy feliz con su vida,pero llegó el día en que debía asumir nuevas responsabilidades y comenzar un camino de esfuerzo y dedicación.
Lali tomó con alegría su nuevo desafío, ordenó todas su cosas y comenzó a trabajar.
El día en que Lali partió su camino se encontró con una amiga ovejita, la cual le dijo que estaría apoyandola en su nuevo camino,que le pediría al Pastor que la cuidara mucho y que creía totalmente en ella y su fuerza para lograr su sueño.
Iba por los cerros caminando junto a su Pastor que la protegia y cuidaba mucho,porque su Pastorcito sabía que ella era una oveja muy especial y capaz de grandes cosas.
En medio de su camino ella sabía que tal vez no sería un trabajo fácil y que tendría que poner todo lo de ella para terminar con éxito al final de su trabajo, pero ella sabía tambíen que su amado Pastor siempre iba a estar con ella guiandole el camino y dándole las ganas para seguir cuando viera que las cosas se volvieran un poco díficiles y cuando ella estuviera triste y cansada en continuar su viaje.
Lali sabía que debía esforzarse mucho para lograr sus sueños y ser una mejor ovejita, creía profundamente que sin su Pastor no haría nada y que cuando se da el 110% de nosotros, de nuestro corazón y alma nuestro proyectos terminan como los habiamos imaginado.
La pequeña ovejita Lali imaginó tantas veces lograr su sueño, que hizo de cada día, un día diferente para entregar lo mejor de ella...y caminaba con esa convicción junto a su Pastor por los cerros de una tierra por donde ella solo podía pasar...y donde ella solo vería el final...era la tierra de su vida y ella debía forjarla para ser una ovejita feliz.
Lali era valiente
*contaré otra historia de Lali otro día.